Y nos preguntarás: “si las sombras no se ven, ¿cómo las identifico?”

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Una buena manera es observar aquello que ves en las otras personas. Nosotras somos fans de lo de: “no puedes ver afuera aquello que no tienes adentro” así que observa qué admiras o qué detestas de las personas que te rodean y allí encontrarás información muy, pero que muy, valiosa. Otra manera es a través de un viaje a lo que llamamos “las calderas” (de ahí el dibujo de esta casilla). Este viaje lo hacemos en el Stage del Máster, porque hay cosas que se tienen que hacer presencialmente. 

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¿qué hacer una vez tienes esa información?

Pues aunque parezca que no, observar y aceptar aquello que ves es el primer paso y, la verdad, que ya es un salto cuántico. Poder ver y reconocer aquello que forma parte de ti sin juicio, con amor y compasión, es transformador.

 

Otros pasos pueden ser, por ejemplo, si ya tienes identificada y trabajada la sombra, revisarla. Volver a chequear si realmente la tienes integrada (con amorsito) o le hace falta una repaso. Quizá hay matices que pasaste por alto o te has encontrado con situaciones que han activado algunas partes de ti que igual no te gustan tanto y las estás negando. No te resistas, tómatelo con calma y amor, y ve a por ello. 

Cuando sientas que la conversación llega a su final (por tu parte o por la suya) no olvides agradecer.​

 

O, como hemos dicho antes, no todo tiene que ser “negativo”. (Yes! Sombra luminosa, guiño, guiño). Puede que se te esté pidiendo que ocupes el espacio que te pertoca. ¡Ocupa tu trono, beibi, y gózatela! 

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¡Ánimo, valiente! ¡Sabemos que puedes con ello!